Patánjali no inventó el Yoga y tampoco lo agotó. Ya existía antes y siguió desarrollándose después en distintas formas.
Sin embargo, los Yogasutras adquirieron un lugar privilegiado y se impusieron como el texto básico del Yoga clásico o Rája Yoga (Yoga Real), predominando sobre los otros. La razón estriba en el equilibrio con que los distintos aspectos del Yoga han sido tratados.
Patánjali reinterpretó el Yoga anterior, integrando aspectos que parecen opuestos como la devoción al Señor, la valoración del cuerpo, la importancia de la acción desinteresada y de los poderes paranormales. Estos elementos existían desde tiempos muy antiguos, pero fueron tomando una mayor consistencia en los siglos sucesivos.
Recién en el siglo X d.C. aparece el primer tratado sobre el Hatha Yoga, el "Yoga de la fuerza", que pone el acento en el esfuerzo por dominar las posibilidades físicas y psíquicas del hombre con el fi
n de trascender la enfermedad, la vejez y la muerte.
De las técnicas patanjálianas se amplían las relacionadas con las posturas y el control de la respiración, y se añaden otras relativas a las purifi
caciones internas y al despertar del "poder serpentino" (kundalini shakti) que, remontando los varios puntos focales de la fuerza vital latente en el cuerpo sutil (chakras), culmina en la unión del yogui con la divinidad.
El Hatha Yoga utiliza, en gran parte, la terminología del Tantra, el "Yoga de la extensión" de los poderes del conocimiento, que encontró su teórico en Asanga (siglo VI), sobre la base de una antigua tradición. Para movilizar y dominar las fuerzas ocultas del mundo, se aconseja el uso de mantras, la meditación visualizada, el sonido, gestos simbólicos o una mística erótica. La divinidad principal del Tantra Yoga es Shiva quien tiene a su trono bajo el cráneo, en el "loto de los mil pétalos".
Varias escuelas o movimientos han surgido luego, con sus peculiaridades propias, pero asumiendo muchos elementos del texto de Patánjali (que a menudo citan, comentan y adaptan).
En el Bhagavad-guitá (‘el canto del Opulento’), el dios Krisna (también llamado Bhagaván) establece de manera extremadamente somera cuatro corrientes principales del yoga (presentadas en orden de importancia, según los estudiosos del Bhagavad-guitá):
- El ashtanga-yoga (o ‘yoga de los ocho pasos’, con práctica de ásanas o posturas).
- El gñana-yoga (o búsqueda intelectual del Absoluto, mediante el estudio de lógica y la meditación),
- El karma-yoga (o yoga de la acción dedicada a Dios).
- El bhakti (‘devoción’ dirigida hacia Krisna como persona).
Todas aceptan la superioridad del Yoga patanjaliano por su hábil sistematización, por su amplitud y porque no se detiene en el samadhi consciente sino que apunta decididamente al transconciente, como liberación de
finitiva de todos los vínculos.
El estudio y la práctica de las técnicas propuestas por el Yoga enriquecieron a muchos cristianos estimulándolos a un cultivo más decidido de su vida interior, a la adopción de una meditación
menos discursiva y más contemplativa, y a una integración más activa del cuerpo en los ejercicios espirituales.
Si bien existen posturas teóricas, religiosas y fi
losófi
cas distintas y diversas, el Yoga, como su historia lo prueba, no está indisolublemente atado a un determinado sistema
filosófi
co. Patánjali revistió las antiguas técnicas con el ropaje de un Samkhya adaptado; otros proyectaron sobre ellas una mentalidad vedantina, budista, jaina o teísta. Es posible disociar la teoría de la práctica, aislar de la atmósfera hindú un núcleo de principios y ejercicios e insertarlos en un contexto cristiano.
Esto es lo que se está haciendo con éxito en muchas partes.
El Yoga clásico de Patánjali es mucho más que una gimnasia liberadora o una iniciación a la conquista de poderes paranormales. Es un desafío a pasar de la vida inauténtica a la plenitud del
ser, del ego ilusorio al yo absoluto. Es el mismo mensaje de las Upanishads.
Su perspectiva teórica no será aceptada por todos pero el análisis de la inquietud existencial, los medios psicofísicos propuestos para lograr una concentración siempre más perfecta, no pueden dejar a nadie indiferente.
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